Oración, adoración y reconocerse pecadores. Son tres elementos indispensables para conocer verdaderamente a Jesús. Y es por ello que no basta el catecismo, como indicó Papa Francisco en la homilía de la misa que presidió hoy, 20 de octubre, por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana.
Pablo, dijo Bergoglio, «se sumerge» en el «mar inmenso que es la persona de Cristo» Después se preguntó: «¿Cómo podemos conocer a Cristo? ¿Cómo podemos comprender el amor de Cristo que supera todo conocimiento?». Cristo, respondió Papa Francisco, «está presente en el Evangelio. Leyendo el Evangelio conocemos a Cristo. Y todos nosotros hacemos esto. Al menos escuchamos el Evangelio cuando vamos a Misa. Con el estudio del catecismo. El catecismo nos enseña quién es Cristo. Pero esto no es suficiente. Para ser capaces de comprender cuál es la amplitud, la longitud, la altura y la profundidad de Jesucristo es necesario entrar en un contexto, primero, de oración, como hace Pablo, de rodillas: ‘Padre envíame al Espíritu para conocer a Jesucristo’».
Par conocer verdaderamente a Cristo, reafirmó Francisco, «es necesaria la oración»; pero Pablo, añadió, «no sólo reza, sino que adora este misterio que supera todo conocimiento y en un contexto de adoración pide esta gracia» al Señor. «No se conoce al Señor —explicó el Papa— sin esta costumbre de adorar, de adorar en silencio. Adorar. Creo (si no me equivoco) que esta oración de adoración es la menos conocida por nosotros, es la que hacemos menos. Perder el tiempo (me permito decir) ante el Señor, ante el misterio de Jesucristo. Adorar. Y allí en silencio, el silencio de la adoración. Él es el Señor y yo adoro».
El Pontífice concluyó su homilía diciendo que «para conocer a Cristo es necesario tener conciencia de nosotros mismos», es decir, tener la costumbre de acusarnos a nosotros mismos, reconociendo que somos «pecadores».
«No se puede adorar sin acusarse a sí mismo —explicó. Para entrar en este mar sin fondo, sin orilla, que es el misterio de Jesucristo, son necesarias estas cosas. La oración: ‘Padre, envíame al Espíritu para que Él me conduzca a conocer a Jesús’. Segundo: la adoración del misterio, entrar en el misterio, adorando. Y tercero: acusarse a sí mismo. Soy un hombre de labios impuros’».