Entrada destacada

ADORACIÓN EUCARÍSTICA ONLINE 24 HORAS

Aquí tienes al Señor expuesto las 24 horas del día en vivo. Si estás enfermo y no puedes desplazarte a una parroquia en la que se exponga el...

martes, 13 de septiembre de 2016

Dios me otorga su propia vida

bautismo
Ayer me planteaba que día recibí el bautismo. Tuve que recurrir a mi madre. La mayoría de las personas no recordamos esta fecha en la que nos unimos a Cristo y nos convertimos en hijos adoptivos de Dios. Debería ser una fiesta grande, solemne, de nuestra vida. Un día para conmemorar. La adopción por Dios nada tiene que ver con la adopción humana. A diferencia de una persona que es adoptada por una familia que sólo cambia su estatus legal pero no varía la profundidad de su ser, el ser adoptado por Dios permite una transformación profunda, íntima y personal de la propia vida. Dios me otorga su propia vida divina. Me coloca el día del bautismo en mi interior el germen de la vida eterna que se vivirá en plenitud en el cielo.
El amor y la vida del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son los dones gratuitos que nos ofrece Dios a los nacidos del agua y del Espíritu. Como bautizado puedo escuchar esa voz que un día clamó en las orillas del río Jordán: «Tú eres mi hijo amado, en ti tengo toda mi complacencia». Siendo así ¿como vivo como bautizado mi unión con Dios, mi Padre, en la oración y en la vida cotidiana? ¿Fortalezco y hago fructificar a lo largo de mi vida la semilla de la fe que he recibido en el bautismo? ¿Soy consciente de que ya no me pertenezco a mí mismo sino a Cristo que murió y resucitó por mi? ¿Interiorizo que debo servir más y mejor a los demás para vivir la auténtica comunión eclesial y cumplir con obediencia y amor las enseñanzas de la Iglesia y defender la fe? ¿Soy consciente de que una vez incorporado en el «Cuerpo de Cristo», tengo la misión de «confesar a Cristo» y mostrar con mi vida, mis gestos y mis palabras que «Cristo ha muerto y resucitado» por el hombre?
El bautismo me imprime un sello espiritual, un carácter que me asemeja a Cristo y me hace perteneciente a Dios. Ahora que conozco el día de mi bautismo no solo rezaré ese día dando gracias a Dios sino que cada día me comprometeré a responder a esas preguntas poniéndolas en práctica como testimonio de mi fe.

¡Gracias, Señor, por el sacramento del bautismo que me convierte en hijo tuyo por medio del agua que riega y fecunda con tu gracia y por el Espíritu que enriquece con tu vida hasta hacer que seas tú quien vive en mí y que tu amor me posea para siempre! ¡Gracias Jesús por la fe que me han transmitido mis padres y mis abuelos! ¡Enséñame a conservar sin mancha tu misma vida hasta la vida eterna! ¡Señor, deseo llevar con dignidad la ficha de ser hijo tuyo, hijo amado! ¡Quiero sentirme miembros activo y corresponsable de tu Iglesia! ¡Ayúdame a activar mi bautismo, a tomarlo en serio, a realizar la misión que me has encomendado de servir, de amar, de anunciar y construir el Reino! ¡Quiero ser tu discípulo y compañero de viaje, pues ya lo soy desde el día de mi bautismo, renovado y sellado por la gracia del Espíritu Santo! ¡Desde el día de mi bautismo, al igual que tu, estoy lleno del Espíritu Santo, llamado a servir a Dios y a mis hermanos y recibir el poder de vivir como hijo tuyo, como hijo del único Padre! ¡Te quiero, Padre, quiero corresponder a tu amor y misericordia!
Cantata BWV 30 para el nacimiento de Juan el Bautista de J. S. Bach:

¡Adorar a Dios en todas las circunstancias y siempre!

¡Adorar a Dios en todas las circunstancias y siempre!Te adoraré



Este no es, sin duda un simple videoclip, al final se trata en primer lugar de un momento de adoración al Santísimo Sacramento. Ante Jesucristo, la cantante argentina Berenice Crudo grabó la canción Te adoraré, que es una verdadera oración en forma de música.
No necesita decirse mucho, pues es un vídeo que necesita vivirse. ¿Quién está dispuesto a adorar a Dios en todas las circunstancias? ¿Quién, en medio de las dificultades, permanece firme alabando a Dios hasta incluso por aquello que no comprende? La canción es una invitación a que, por encima de todo, el hombre reconozca la soberanía de Dios en su vida, independientemente de lo que esté viviendo.

La dulzura en toda su perfección

La dulzura de María
Ayer celebramos el Dulce nombre de María. Dulce. Así es la Virgen. Dulce en su porte, sus gestos, sus palabras, su mirada, sus sonrisas, sus virtudes, sus formas, sus sentimientos. Dulces y suaves, tiernos y encantadores. La dulzura se fundamenta en la bondad del corazón que derrama sobre nuestras acciones una hermosura delicada.
 ¡Si así es premeditadamente en nosotros cómo no será en María!

Existen en el mundo dulzuras recubiertas de falsedad: la hipocresía, la naturalidad fingida, la amabilidad interesada, el elogio recubierto de envidia, el interés ocasional por momentos que nos motivan o con ciertas personas... ¿Los reconozco?
No era así María. Cuando uno quiere imaginarse la dulzura en toda su perfección tiene a la Virgen como ejemplo. Toda su vida transpira dulzura. Meditando las escenas de su vida comprendes que es modelo de humilde dulzura: la Anunciación, la visitación, el viaje a Belén, el nacimiento del niño Dios, las bodas de Caná, la Pasión, los momentos al pie de la Cruz, la sepultura, la Resurrección... Momentos impregnados de dulzura divina en su corazón.
Dulce es el nombre de María porque dulce es su vida. Dulce porque toda su dulzura se imprime en nuestra vida.
Le digo hoy a María que es para mi «vida, dulzura y esperanza» lo que me invita a tratar de vivir con sencillez y humildad la virtud de la dulzura —impregnada de una caridad auténtica— en cada uno de los gestos y palabras de mi vida por amor a Dios y a los demás a imitación de María.
Y cuando por las circunstancias de la vida mis actitudes, mi carácter, mis palabras, se conviertan en algo agrio, duro, despreciativo, desagradable, falto de calidad... que me acuerde siempre de mirar la experiencia de María porque es en Ella donde está la verdadera dulzura, la santidad auténtica, la bondad más pura.
Es con la dulzura como el hombre puede transformar el corazón de otro hombre. ¿Me aplico?

¡Qué bello y dulce es tu nombre, María! ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! ¡Pronuncio tu dulce nombre, Señora, y mi corazón se llena de gozo y de confianza y experimento una gran dulzura al pronunciarlo y resuena como algo nuevo lleno de amor, esperanza y misericordia! ¡Me dirijo a Ti y solo con pronunciar tu nombre siento tu amabilidad, tu amor de Madre, tu generosidad y tu dulzura! ¡Tu nombre es el reflejo de tu dulzura! ¡Te pido Madre que me llenes de la santa dulzura para que mi vida se envuelva con la virtud de la humildad, la que más te caracterizó a Ti a Jesús! ¡María, Madre, tu conoces todas mis debilidades... sin tu ayuda me será difícil revestir mi alma de las virtudes que a Ti te caracterizaron! ¡Que con sólo pronunciar tu nombre, María, tu amor me recuerde que debo dirigirme a Ti a cada instante de mi vida! ¡Dame María la sencillez de trato, a amabilidad entregada, el sentir dulce, el hablar humilde, la bondad de corazón, la entrega generosa...! ¡En este día que invoco tu dulce nombre te encomiendo a Dios, a través de tu intercesión, las necesidades de la iglesia! ¡Bajo tu amparo me acojo, Santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirijo en mis necesidades, antes bien líbrame de todo peligro, oh Virgen dulce, gloriosa y bendita!
La fe de la María, cantamos hoy en honor de la Virgen con esta bella canción:


lunes, 12 de septiembre de 2016

Tres apps católicas que (quizá) te gustaría tener

¿Sabías que puedes rezar la Liturgia de las Horas, o prepararte para una buena confesión con tu teléfono móvil?


La próxima vez que entres a una iglesia o a un oratorio y veas a alguien con los ojos fijos en su teléfono, no pienses inmediatamente que está revisando su Facebook, o chateando con alguien. Muy posiblemente, esté rezando la Liturgia de las Horas, el Rosario, o leyendo las Escrituras. Hoy día hay todo un universo de aplicaciones que, lejos de distraerte manteniendo la mirada en el móvil, te acompañan en tus momentos de meditación. Jonathan Texeira ha preparado un listado de cinco apps católicas gratuitas, publicadas en el blog FOCUS, que pueden ayudarte a profundizar y compartir tu fe. De esas cinco, nosotros hemos seleccionado tres que ya se han convertido en nuestras favoritas (y que usamos casi a diario).

  • iBreviary: es, sencillamente, un breviario electrónico, y una de las primeras aplicaciones católicas disponibles en la web, con la que puedes rezar la Liturgia de las Horas. iBreviary te aliviará el peso llevar tu breviario contigo (en caso de que lo tengas) en tu bolso, y además te ofrecerá las lecturas del día, el Rituale Romanum y una impresionante selección de oraciones y devociones.



  • La “Pope App”: seguramente ya sigues al Papa en Twitter (si no lo haces, la cuenta es @pontifex, y hay cualquier cantidad de cuentas traducidas a diversos idiomas), pero posiblemente no sabías que el Papa tiene su propia aplicación. PopeApp es un servicio que lleva a tu teléfono todas las noticias relacionadas con el Papa, directamente desde el site de news.va, que es manejado por el Concilio Pontificio para las Comunicaciones Sociales.



  • Mea Culpa: Básicamente, una aplicación que te permite hacer una buena confesión, guiándote a través de los pasos necesarios para un examen de conciencia con todas las de la ley: mandamiento por mandamiento, la aplicación ofrece la posibilidad de agrupar tus pecados por veniales o mortales, y te permite borrarlos una vez que te has confesado y obtenido la absolución, pero guarda la fecha de tu más reciente confesión. También tiene un recordatorio para hacer un examen de conciencia diario, sumamente útil. Por ahora, esta aplicación sólo está disponible para sistemas operativos iOS.

El recurso de la queja

la queja constante
Hay días que las cosas son tan complicadas que el único recurso que parece que queda es la queja. Y en otros la queja es un comodín a nuestro estado de ánimo. Uno se queja porque tiene frío o hace mucho calor. Porque es lunes o porque el domingo, el día de descanso, va a llover. Porque me duele la cabeza o se me ha estropeado el ordenador. Porque un funcionario ha demorado mi expediente o no me han entregado a tiempo una documentación. Por el retraso del autobús o porque alguien se ha comido el último yogur de fresa que me estaba reservando para merendar. Porque tengo muy mala suerte y todo me sale rematadamente mal...

Quejas amargas que no sólo amargan a los que uno tiene al lado sino que amargan también lo más profundo del corazón. Toda queja hiere el alma.
Cada vez que me quejo —y no son pocas las ocasiones— me olvido que tengo el ejemplo de Cristo, que no se quejaba nunca de nada. Sin embargo, con frecuencia obvio este detalle esencial de su vida. Como cuando unas turbas trataban de apedrearlo en la puerta del templo y Él, con toda la tranquilidad, con todo el sosiego de Su corazón, les formula esta pregunta: «con todas las cosas que hecho buenas, ¿por cuál de ellas me vais a apedrear?».
La queja más dramática podría haber venido cuando fue abofeteado por uno de los guardias de Anás poco antes de la Pasión, pero Jesús contesta serenamente: «si por alguna razón he hablado mal dime en qué, y si no ¿por qué me abofeteas?».
Y la mas terrible hubiera podido ocurrir en la Cruz. Allí, con los brazos extendidos, flagelado y vilipendiado, los escribas y los fariseos se burlan de un hombre indefenso cuyos labios amoratados sólo se abren para exclamar: «¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!».
Cada vez que me quejo me alejo un poco de Dios. Cada vez que mi boca pronuncia una palabra de queja me vuelvo ingrato con el Señor y la ingratitud, lamentablemente, es uno de los grandes enemigos del alma y ahuyenta de nuestro corazón las virtudes de la humildad y la sencillez.
Muchas veces pienso que estas quejas cotidianas son las que más me alejan de la santidad porque los santos son aquellos que dan gracias a Dios incluso por las cruces que el Señor les manda cada día. ¡Cuánto me cuesta a mí mostrar mi gratitud a Dios con mis palabras, con mis pensamientos, con mis actos, y sirviéndome de sus dones para manifestarle mi amor, mi confianza y mi fidelidad!

¡Señor, perdona cada vez que me quejo porque contradice tu bondad conmigo! ¡Tu me muestras el camino y la disposición de Jesús aceptar las limitaciones, humilde sumisión, su vida perfecta, como no se quejó nunca por nada! ¡señor, si yo me acordara de todo lo que tú has hecho por mí —tu amor, tu perdón, la vida, mi familia, mis cualidades...— no me quejaría nunca viviría a la luz de la verdad! ¡Dios mío, tú esperas que sea siempre paciente en los tiempos de prueba y de dificultad, que no me queje, que crea en ti, que sea capaz de comprender que tu velas por mis intereses! ¡Cada vez que me quejo demuestro que no creo que tú puedes ayudarme que el Espíritu Santo actúa en mi vida! ¡Dios mío, yo digo siempre que tú eres lo más importante para mí pero debería demostrártelo en la manera en que vivo! ¡La Biblia dice que debo vivir por la fe y esto no significa que en mi vida no surjan los problemas pero tú me has prometido toda clase de bendiciones por eso me enseñas a creer en tus promesas y a no quejarme jamás! ¡Señor, no puedo decir que se haga tu voluntad y esperar que se haga la mía, no puedo decir que tengo confianza en la oración y quejarme cuando no recibo lo que te pido o las cosas no salen como a mí me gustarían! ¡Perdona cuando en mi vida la queja es permanente porque mi mente se ocupa en pensar en otras cosas y no en Ti y en tu Palabra y además me hace inútil en el servicio a los demás!
Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado: