El cansancio a veces me puede hacer desear cambiar...
Quiero aprender a perseverar en mi vida. Quiero ser capaz de perseverar hasta el final y confiar. Quiero lograrlo pero me cuesta. Perseverar en mi fe, en mi entrega. Fiel a mí mismo, a mi vocación, a lo que ha sembrado Jesús en mi alma. Fiel a mis amistades, a las personas que me confía.
Es frágil mi voluntad. Quiero aprender a seguir caminando en medio de las dificultades. Y confiar que Dios vela por mí y tiene contados todos los pelos de mi cabeza. Eso me alivia. En medio de tantas palabras de muerte y persecución es una corriente de aire fresco.
Quiero ser fiel a mi camino. Perseverar haciendo lo mismo, pero haciéndolo siempre de forma nueva. Perseverar en el camino que recorro, pero encontrando que siempre es diferente. Perseverar en mi estilo de vida, sin temer hacer siempre lo mismo. Mantenerme en fidelidad.
El cansancio a veces me puede hacer desear cambiar. Y a lo mejor no lo quiere Dios. Quiere que sea fiel, que me mantenga. Sin hacer cosas nuevas. Aunque me pueda resultar más atractivo lo nuevo, lo que nunca he hecho. Quiero aprender a ser constante en lo de siempre. A veces el deseo de cambiar es una tentación. Cambiar las cosas, cambiar de vida, cambiar de camino, de lugares, de personas.
La Madre Teresa es un reflejo de esa fidelidad que Dios me pide. Ella buscó al Dios de la consolación, más que la consolación de Dios.
Muchas veces me resisto a estar con Dios en la tribulación. Prefiero buscarlo en la paz, en el descanso a su lado, en las experiencias fuertes de Dios que me consuelan. Y me cuesta ver que está en mi hastío, en mi vida como es. En la rutina. Busco estar tranquilo sin cruz. Porque la cruz me pesa demasiado.
La Madre Teresa perseveró en la oscuridad de la fe. En el vacío de la oración. Cuando el corazón estaba seco. Ahí perseveró y se mantuvo fiel. Se dejó tocar. No había recompensa emocional. No había luz. Salió a servir a Jesús vivo en el pobre y fue fiel en la certeza de esa llamada.
Esa perseverancia es la que le dio fuerza. Dijo que era igual la adoración ante Jesús presente y la oración sirviendo en el pobre. El pobre me da poco aparentemente. Pero ahí está Cristo necesitado. Decía: “Jesús se disfraza en la eucaristía y en el pobre”.
Quiero ser fiel aunque cambien mi vida y sus circunstancias. Esa fidelidad es un don que le pido a Dios cada mañana. Perseverar sin bajarme de la cruz, sin eludir las dificultades. Perseverar en la noche. Perseverar en la cruz y en el dolor.
Pero perseverar tomándome en serio mi vida. No pasando por la vida sin comprometerme del todo. No pretendo vivir sin apegos para no ser necesitado. No, soy fiel a mí mismo, a mi corazón, a mi anhelo de raíces.
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