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viernes, 4 de noviembre de 2016

Como cristiano debería…

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Quisiera cristiano es tomar cada día el control de mi vida dejándole al Espíritu Santo ponerse al volante para dirigirme por el camino correcto. Vivir la realidad infinita del amor en mi vida que es lo que, en definitiva, me llena de gozo, alegría y paz. Y, al mismo tiempo, mitiga y serena todas aquellas inquietudes y ansias que anidan en mi corazón.
Como cristiano también necesito avivar cada día mi esperanza con esa certeza que supone ser consciente de que todo aquello que espero supera la realidad material siempre tan volátil, efímera y tramposa que me lleva a pensar que si estoy bien económicamente lo tengo todo solventado pero que al mismo tiempo me provoca angustia y ansiedad porque lo pongo todo en mis manos y no en ese corazón de gracia que es la voluntad de Dios.
Como cristiano debo mantenerme firme en el amor porque a través de Él todo es posible, todo se alcanza, todo se consigue… Es el amor el que sana los corazones heridos, cura los sufrimientos, fortalece las debilidades, mitiga las desilusiones, aviva la esperanza, fortalece siempre la voluntad, y da luz a esos momentos de oscuridad que surgen cuando los problemas no acaban de solucionarse o llegan de improviso como un tsunami. Pero es que el amor también sana el alma y el cuerpo porque hay un Amor que es la gran medicina para el hombre. Ese amor se derramó generosamente con los brazos abiertos en una cruz y permitió a todos los que le siguen beber de su cuerpo y de su sangre. Cada día, hasta el fin de los tiempos. Y eso da mucha confianza.
Así, que hoy no deseo más que dejarme amar por ese Dios que me ha creado, dejar que me quiera como sólo Él sabe hacerlo; tratar de encontrarlo en cada rincón de mi vida; buscarlo, para que me muestre ese rostro amable, amoroso y misericordioso; para que me tome con esas manos que me han creado del polvo de la nada; para que penetre en ese corazón de piedra y lo convierta en un corazón de carne; y para que permita que sea su Madre la que me cubra con su santo manto y junto a Ella sentirme confortado cada día, calmar esos momentos angustiosos por los que pueda pasar, sentir su amor, permitir que se haga su voluntad y que se desvanezcan todas las dudas.

¡Señor mío y Dios mío, postrado ante tu presencia, quiero encontrarte en este día para que junto a ti sea capaz de vivir cada uno de los momentos con la alegría que supone estar al lado del amigo! ¡Señor, quiero encontrarte en los momentos de dificultad, sufrimiento y tristeza… para comprender lo mucho que me amas y acoges todo ello en tu corazón misericordioso! ¡Señor, quiero encontrarte en esas angustias que atenazan mi corazón para que arrodillado a los pies de la Cruz todo sea consuelo! ¡Señor, quiero buscarte en los sinsabores de mi vida para que el encuentro contigo en el Sagrario sirva para aplacar aquello que me causa incerteza! ¡Señor, quiero encontrarte en los momentos en los que la desesperación haga mella en mi vida y que el encuentro contigo suponga darle paz a mi corazón al escuchar tus palabras, sentir tu mirada y llevar contigo la Cruz! ¡Señor, quiero encontrarte en las numerosas dificultades y problemas que se me presentan cada día pero que tú solventas cubriéndome con tu manto para hacerlos más livianos! ¡Señor, quiero encontrarte también en los vacíos de mi alma para que ésta se llene siempre de tus gracias! ¡Señor, quiero encontrarte también en la incomprensión de tantos, especialmente de los que más quiero! ¡Gracias, Señor, por la alegría, la serenidad y el consuelo que supone saber que pese a todo mucho me amas!
«Como nos ama Dios» - Son by Four, cantamos acompañando esta meditación:

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