Una vez vi un bonito reloj y me aproximé para verlo más de cerca. Debajo del reloj, había una pregunta curiosa que decía ¿Qué hora es?
Estas tres palabras unidas forman una gran pregunta para nuestras vidas. Luego de leer esta pregunta, vinieron a mi mente muchas respuestas para cada persona, como por ejemplo:
Es hora de perdonar, es la respuesta de las personas que a lo largo de los años han vivido odiando a alguien.
Es hora de arrepentirse, puede ser la respuesta de los pecadores.
Es hora de olvidar, responderá alguien que vive de recuerdos, pensando en el pasado, amarrado al pasado, atrapado en el pasado.
Es hora de dar, tendría que responder una persona que ha sido mezquina, que ha sido egoísta y se ha olvidado del prójimo.
Es hora de ser humilde, sería la respuesta de las personas orgullosas.
Es hora de estar alegres, por la esperanza que tenemos (Romanos 12,12) sería la respuesta de miles que viven tristes y sin esperanza.
Es hora de buscar la paz, es hora de buscar la armonía, tendrían que responder los que viven en guerra, buscando la violencia.
Es hora de ser valientes y trabajadores, tendrían que responder los perezosos y flojos.
Es hora de seguir el Camino, la Verdad y la Vida, dirían los que están perdidos.
Es hora de seguir al Buen Pastor, dirían las ovejas descarriadas.
Es hora de buscar la Luz, exclamarían los que viven en la oscuridad.
Es hora de ayunar, es hora de la penitencia, es hora de la limosna, dirían los feligreses en Cuaresma.
Es hora de buscar a Dios, dirían también muchos.
Para la pregunta "¿Qué hora es?" existen muchas y diversas respuestas. Hay diferentes maneras de contestar, pero de manera particular la respuesta que yo daría, mi respuesta preferida, la que mas me emociona es:
Es hora de: "amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerza (Mc 12,29)"
Por gracia de Dios, nosotros tenemos aún un reloj, el reloj de nuestra vida. Aún nos queda el tiempo necesario para responder adecuadamente a la pregunta: ¿Qué hora es?
Responde con tu vida a esta pregunta, con tus acciones; responde con buenas obras.
Un consejo: durante el resto de tu vida, prepara la respuesta que salvará tu vida.
Si aprovechas el reloj de la vida y aprendes a responder a esta pregunta, cuando mueras y te encuentres ante el tribunal de Cristo, a ti te corresponderá hacer esta pregunta. Sí, en efecto, probablemente cuando llegues asombrado por el cambio de estado, preguntarás: ¿Qué hora es, Señor?
Y si en la vida terrenal aprendiste a responder a esta pregunta, Jesucristo seguro te responderá:
Es hora de la eternidad, es hora de la vida eterna.
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