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miércoles, 28 de mayo de 2014

La Cuestión Sobre Dios

11.1) Sentido de la pregunta humana acerca de Dios
11.2) La Respuesta dada desde la Experiencia Religiosa y desde la Filosofía
11.3) La negación de Dios; características del ateísmo contemporáneo
11.4) La definición dogmática de C.V. I sobre el conocimiento natural de Dios: su importancia, alcance y sentido
11,5) El Dios revelado; fe y conocimiento teológico de Dios
11.1 Sentido de la Pregunta Humana Acerca de Dios
La pregunta sobre Dios nunca es originaria; se da luego de una cierta noción de lo que son las cosas. En el hombre hay un cierto sentido del fundamento, del todo, del último fin, que Santo Tomás identifica con Dios. Dios es algo que afecta al fundamento del hombre. El problema de Dios es el problema esencial del hombre esencial.
La pregunta por Dios tiene una doble cara: es también, al mismo tiempo, una pregunta por el mismo hombre. Cuando el hombre pregunta por sí mismo, cuando se hace la pregunta ¿quién es el hombre?, su respuesta no llega a tocar fondo si no incluye la pregunta por Dios. Dos preguntas hay que el hombre no puede evitar: ¿Quién soy yo? y ¿quién es Dios?. El hombre no puede vivir sin Dios, porque su vida no sería vida humana. Perdería toda dimensión de absoluto. Pero Dios ya no puede ser pensado sin el hombre. Dios se ha dado a conocer al crear al hombre; pero sobre todo se ha descubierto en Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios. Dios ha querido encarnarse y por eso ya no puede ser pensado al margen de la Encarnación. Cuando se observa al hombre, nace la admiración por Dios. Cuando contemplo a Jesucristo, nace el amor. La pregunta por Dios tiene en el hombre su centro, y en Jesucristo su respuesta. Por esto mismo, porque en la pregunta por Dios está incluído el hombre, es la pregunta de las preguntas. No es una pregunta más.
Los modelos o tipologías de comprenderse el hombre a sí mismo en los que se plantea la cuestión sobre Dios son los siguientes:
a. Figura de Prometeo- Prototipo del hombre heleno, materialización de la existencia humana tal y como es concebida en el pensamiento griego. Representa la autosuficiencia, la exaltación de la inteligencia; no inclina la cabeza ante un ser superior. Prometeo es el arquetipo de la antropología actual de la cultura occidental.
b. Prototipo hebreo- El libro de Job presenta la concepción del hombre religioso. El hecho de ser creados lleva consigo la dependencia de Dios, la religiosidad, el temor de Dios.
c. Cristo- En la revelación del Dios-Hombre no solo se revela a Dios sino también el hombre. Cristo revela el hombre al hombre.
11.2 La Respuesta dada desde la Experiencia Religiosa y desde la Filosofía
En la respuesta dada desde la experiencia religiosa, la cuestión de Dios se plantea con un punto de vista existencial, personal, ya que lo que se plantea es la salvación del hombre. Dios es visto como un ser personal, providente, guía accesible a todos.
La religión es una dimensión esencial de la naturaleza humana. El hecho religioso pertenece a la misma vida del hombre, fundamento del existir, base de la vida humana. Es un acontecimiento que afecta a la vida personal de modo completo; no se presenta como un sentimiento -esto es posterior-, ni tampoco como un pensamiento. La religión es la más provechosa de las actividades del hombre ya que en ella el hombre encuentra sentido a su propia vida. Algunas de sus características son: espontaneidad, afecta a toda la persona, siempre se refiere a alguien personal con el que se puede establecer una relación, comporta una actitud ética y se capta como algo que viene de afuera.
Los elementos o puntos de apoyo en los que se fundamenta la experiencia religiosa y, por lo tanto, la pregunta sobre Dios son los siguientes:
1. Experiencia de lo sagrado.
2. Inseguridad de la propia experiencia.
3. Exigencia de salvación.
4. Experiencia de la finitud, de la contingencia
Algunas formas históricas en las que se ha manifestado el hecho religioso a través de la historia son: politeísmo, panteísmo y dualismo.
En cuanto a la respuesta dada desde la filosofía hay que decir que el problema filosófico es el fundamento del ser, de su verdad, de su universalidad. Concibe a Dios como el Absoluto, la Causa Primera. Este Ser Supremo no es personal o el que salva. La pregunta es la exigencia de inteligibilidad, investigar las causas, establecer un orden; esta pregunta es el fundamento de la pregunta sobre Dios.
En esta búsqueda del ser la filosofía trata de hallar la Causa Primera, el fin de todo lo que es y es en esta dirección que se plantea la cuestión sobre Dios. Por eso, la filosofía necesariamente llega (debe llegar) a Dios. Para la filosofía esta cuestión es lo único que importa realmente. Pero si se llega a ese Principio Ultimo buscando la inteligibilidad, se corre el riesgo de querer hacer también a Dios inteligible. Se corre el peligro de querer expresar a Dios a través de categorías nuestras: Dios puede acabar siendo un concepto. La filosofía más avanzada (Aristóteles), a lo que ha llegado es al "Pensamiento que se piensa a sí mismo", no a un Dios personal, cercano, al que llega el cristianismo.
11.3 La Negación de Dios; Características del Ateísmo Contemporáneo
Se puede distinguir entre un ateísmo práctico (vivir como si Dios no existiera) y un ateísmo teórico (negar directamente la existencia de Dios). También se puede distinguir entre un ateísmo negativo que es una ignorancia inculpable de la existencia de Dios, y el ateísmo positivo (materialismo, panteísmo) que niega la existencia de un Ser divino supramundano y personal.
Por lo que respecta a la posibilidad de ateísmo, es cierto que existen sistemas ateístas y ateísmos prácticos. La posibilidad de que existan ateos teóricos, con convicción subjetiva de su doctrina, radica en la debilidad intelectual y moral del hombre y en el hecho de que los argumentos de la existencia de Dios no son inmediata sino mediatamente evidentes. Pero en un hombre adulto que haya alcanzado su normal desarrollo, no es posible que se dé por mucho tiempo una ignorancia inculpable e invencible de Dios, pues tanto las Sagradas Escrituras como la tradición testimonian lo fácil que es de adquirir el conocimiento natural de Dios (Rom 1,20; GS).
11.4 La Definición Dogmática de C.V. I sobre el conocimiento natural de Dios: su importancia, alcance y sentido
Desde el puro conocimiento racional no es posible alcanzar una imagen verdadera del Dios verdadero. Sin embargo, la razón humana es capaz de conocer por sí misma aspectos de la realidad de Dios y en concreto, desde luego, su existencia.
La doctrina católica sobre la Revelación habla sobre la revelación sobrenatural y la natural y defiende que Dios puede ser conocido por la razón. La Revelación no anula el conocimiento natural sino que lo engrandece. Si la razón natural no fuera capaz de conocer a Dios la Revelación no hubiera sido posible. Claro que el conocimiento natural es limitado.
El C.V.I en el canon 1 del capítulo 2 de la Constitución dogmática sobre la fe católica define dogmáticamente el tema del conocimiento natural de Dios: "Si alguien dijese que Dios vivo y verdadero, Creador y Señor nuestro, no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana por medio de las cosas creadas, sea anatema". (Dz 1806)
Aquí se está hablando de Dios en un concepto en el que se contemplan sus características principales: Principio y Fin de todas las cosas. De esto se derivan unas consecuencias éticas (esto está dicho implícitamente). También se afirma que el hombre posee en sí mismo los medios para alcanzar a Dios; el principio de ese conocimiento es la razón natural. Por último se afirma el medio objetivo de ese conocimiento: la Creación (los entes singulares), y que ese conocimiento es con certeza, o sea, que se da una certeza absoluta (sin duda razonable).
La verdad es que entre una certeza absoluta y una demostración no hay ninguna distancia y esto es lo que en el fondo pretende decir el Concilio, pero de un modo suave.
La definición dogmática también afirma que el hombre, en efecto, tiene una capacidad cognoscitiva, una potencia activa, que le permite alcanzar ese conocimiento de Dios. De las actas del Concilio se recoge que el canon 1 estaba dirigido hacia aquellos que argumentaban que la existencia de Dios no puede demostrarse (kantianos, fideístas, agnosticistas).
11.5 El Dios revelado; fe y conocimiento teológico de Dios
El hombre tiene a su disposición dos vías para acceder a Dios, dos caminos distintos y complementarios: la fe y la razón.
El conocimiento de Dios que adquirimos mediante la fe es el más completo, pero no excluye el conocimiento racional; ambos conocimientos tienen un carácter verdaderamente intelectual: nos permiten un auténtico conocimiento.
La fe tiene como punto de partida la Revelación sobrenatural y la gracia; mediante ésta aceptamos aquella: todo lo que Dios, mediante hechos y palabras, nos ha manifestado sobre su propio ser y sobre sus disposiciones salvíficas. Su sujeto propio es el entendimiento por lo que podemos afirmar que no se trata de una mera confianza (fe fiducial).
La razón llega a Dios teniendo como punto de partida la realidad creada (Rom 1,20) y se apoya en las fuerzas naturales. Ello es posible porque Dios, aún siendo trascendente, está presente en la Creación, de manera que es posible conocer algo de El mediante su obrar, ya que "el obrar sigue al ser". Este conocimiento natural de Dios puede ser espontáneo (ejercicio común de todo hombre que haya alcanzado un desarrollo normal del sentido común, y que reconoce a Dios como fundamento de toda realidad), y científico (conocimiento metódico que da lugar al conocimiento metafísico: Dios como Causa Primera de todo lo creado).
La fe, gracias a la Revelación, nos permite confirmar este conocimiento; hace que todas esas verdades sean conocidas por todos, de modo fácil y sin mezcla de error. Además, da a conocer los misterios a los que nunca nadie puede llegar con sus fuerzas naturales: Encarnación, Redención, la Trinidad, etc.
En cuanto al conocimiento teológico este trata precisamente sobre los misterios de la fe, es decir, aquellas verdades "ocultas en Dios" y que solo son conocidas por la Revelación. El C. V.I define que hay misterios y que el hombre puede alcanzar cierto conocimiento de ellos por don de Dios, a través de la fe y de la Revelación e incluso un conocimiento por medio de analogías, que es un modo natural de conocer de la razón humana.
Tenemos, pues, que el conocimiento teológico de Dios se caracteriza por ser una reflexión sobre el misterio de Dios, la realidad revelada de Dios que tiene que ver con nosotros. Eso no sólo como algo que podemos conocer más o menos, sino como algo que me ha sido dado y por eso el estudio teológico empieza con la aceptación del misterio como misterio; es un conocimiento desde la fe. El marco en que se desarrolla es la doctrina de fe recibida en la Iglesia y el punto de partida es la propia fe personal.
Juan Pablo II, en un discurso a los teólogos españoles en Salamanca (XI-82), mencionó algunas características que debe tener el conocimiento teológico. Entre ellas están las siguientes:
a. Fidelidad a la fe de la Iglesia.
b. Creatividad en el método y la sistematización.
c. Apertura a las corrientes relevantes desde el punto de vista cultural en su momento histórico.
d. Conectar perfectamente con las inquietudes intelectuales de su tiempo.
e. La Teología ha de realizarse críticamente, es decir, consciente de sus presupuestos y exigencias para ser universalmente válida.
f. El conocimiento teológico debe estar siempre relacionado con el centro de la verdad revelada que es Cristo y debe reconocer que existe una jerarquía de valores.
g. Se impone a la Teología enfatizar los temas radicales y decisivos: misterio de Dios Trino, misterio de Cristo y misterio del hombre.

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