LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS
20.1) El misterio de Cristo según la Sagrada
Escritura.
20.2) Los Títulos Cristológicos.
20.3) Enseñanza de los grandes Concilios Cristológicos.
20.4) Unión Hipostática.
20.5) Conmunicatio Idiomatum.
20.6) Cuestiones en torno al concepto moderno de
Persona. Su influencia en Cristología.
20.7) Instrucción Mysterium Filii Dei.
20.1 El misterio de Cristo según la S.E.
El anuncio de Cristo en el
Antiguo Testamento: El
elemento central de la espera de una redención en el AT consiste en la
esperanza de que Dios mismo enviará un salvador. El cumplimiento de esta
promesa hecha por Dios en el principio de la historia de la humanidad se realiza
en Cristo. Puede situarse la "prehistoria" de Cristo en las
intervenciones salvíficas de Dios antes de la Encarnación. Se desarrolla desde
la primera promesa de un redentor (protoevangelio) y prosigue a través de la
Alianza y de la creación del "pueblo de Dios", pasando en fin por los
profetas hasta el mismo Cristo.
Las profecías del AT, de un modo general, contienen
estas afirmaciones fundamentales:
1¼) Que no hay más que un sólo Dios;
2¼) que su reino espiritual debe extenderse a todas
las naciones;
3¼) que el Mesías, enviado por El, será el jefe
de este reino.
Esta síntesis se confirma con el análisis de las
principales profecías, especialmente, si se considera el desarrollo progresivo
de la revelación divina, desde las promesas hechas al primer hombre (Protoevangelio)
y a los patriarcas, hasta las predicciones hechas a David (anuncia en los Salmos
los sufrimientos y las glorias del Mesías: será Hijo de Dios (2,7), rey
poderoso, dulce con los humildes, el sacerdote por excelencia (Ps 109,4), y al
mismo tiempo víctima voluntaria por el pecado (38,7-9): padecerá muerte (Ps
21) y saldrá glorioso del sepulcro, Ps 15,10) e Isaías , que precisan las
circunstancias de vida y pasión del Redentor (Poemas del siervo de Yaveh).
El misterio de Cristo en el N.T.(I) :El Nuevo Testamento es un
testimonio divino y perenne de que Jesús es el Hijo de Dios (Ioh 20,30-31). Los
evangelios nos narran la vida de Jesús siguiendo el esquema del discurso de
Pedro a Cornelio (Act 10,37-43). San Juan empieza remontándose hasta la
eternidad del Verbo en el seno del Padre, y exponiendo la Encarnación del Hijo
de Dios y su vida entre los hombres (Ioh 1,1-14). San Mateo y San Lucas inician
la narración evangélica con los relatos sobre el nacimiento, infancia, y vida
oculta de Jesús, Hijo de Dios (Mt 1-2; Lc 1-2). San Marcos da comienzo
directamente a su escrito con el anuncio de Juan Bautista acerca de la necesidad
de la penitencia para recibir al Mesías. "Los evangelistas nos narran
fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios viviendo entre los hombres, hizo y enseñó
realmente hasta el día de la ascensión". (Dei Verbum, n
19).
20.2 Los Títulos Cristológicos
En los escritos de S. Pablo destacan los Títulos
Cristológicos.
1.-Salvador: Rom 7,24:"¿
Quién me librará de este cuerpo de muerte?". La respuesta es Cristo Jesús.
2.-Dios: Gal 2,20; Rom 1,4:"...manifestado
Hijo de Dios..."; Jesucristo Dios y hombre verdadero es el Hijo enviado por
el Padre, consubstancial al Padre.
3.-Primogénito: Col 1,15-18:"...primogénito
de toda la creación...todo fue creado por El y para El; y existe con
anterioridad a todo....pues en El reside la plenitud de la divinidad
corporalmente". Es el primero y anterior a todo porque es eterno; es el
creador porque no es criatura; y todo su fundamento radica en que es Dios.
4.-Hombre: Aparece esta nota de
Cristo en Rom, Philip, 2 Cor, Gal 4,4-5, etc. Rom 8,3:"...lo hizo
Dios enviando a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado y por
causa del pecado condenó al pecado en la carne". El misterio salvífico es
fruto de la misericordia y del amor de Dios: el Hijo, sin dejar de ser Dios,
asume nuestra naturaleza humana.
5.-Redentor: Este título aparece en
Rom, 1 Cor, Galat Cristo es el Nuevo Adán (cfr. Rom 5,12ss). Es el Redentor por
su vida y su muerte; Cristo ha sufrido el castigo que nosotros merecíamos por
el pecado (Rom 4,25) y con su Sangre derramada hemos sido rescatados (1Cor
6,20). La muerte de Cristo ha constituído la reparación perfecta del pecado y
nos ha introducido a una vida nueva. Cristo al asumir la naturaleza humana se
constituyó en representante y cabeza de toda la humanidad, en el Nuevo Adán.
6.-Verdad: La Resurrección de
Cristo es la prueba de que Jesús decía la verdad. La realidad histórica de la
Resurrección lo desarrolla en 1Cor 15.
7.-Cabeza de la Iglesia:
Eph
2,20:"Vosotros
fuisteis edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y de los profetas,
siendo la piedra angular Jesucristo en persona". En Efesios se nos narra la
unión de Cristo y la Iglesia: Cristo es la piedra angular y nosotros las
piedras vivas; El es la Cabeza de la Iglesia. Rom 12,4-5:"...formamos
un solo cuerpo en Cristo...". La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo.
20.3 Enseñanza de los grandes Concilios Cristológicos
NICEA (a. 325)
define la divinidad de Cristo: el verbo es consustancial al Padre. Lo negaba
Arrio, que decia que Cristo es el verbo encarnado, si, pero el verbo no es Dios,
sino la primera criatura emanada de Dios, la más perfecta y semejente a Dios:
casi Dios, pero no sustancialmente igual al Padre.
El texto clave para la Cristologia se encuentra en
el Símbolo en la palabra homousios.: Genitum, non factum,
consubstatialem Patri".
Las afirmaciones más importantes son las
siguientes:
- El Hijo es engendrado y único, y de la misma
sustancia del Padre.
- Se contrapone "genitum" (gevnnhma) a
"factum" (poivhma).
- Se define la consustancialidad del Verbo con el
Padre, con la fórmula "consubstantialem Patri"
- Se afirma que es El mismo Verbo quien se encarnó,
se hizo hombre, sufrió, murió y resucitó al tercer día.
- Todo el ciclo cristológico de este Símbolo está
enmarcado en la afirmación soteriológica "qui propter nos homines et
propter nostram salutem".
- Se afirma la verdadera y completa naturaleza
humanana de Cristo, contra Arrio: "Et incarnatus est de Spiritu Sancto, ex
Maria Virgine, et homo factus est".
EFESO (a. 431)
define la unidad de la persona de Cristo y, como consecuencia, que María es
Madre de Dios. Cirilo intervino activamente contra Nestorio, éste negó que en
cristo habría dos naturalezas, la humana y la divina: el verbo habitaría en la
persona humana (en Cristo) como en un Templo, y entre las dos habría una
perfecta unión moral, por lo que María no sería Madre de Dios, sino Madre de
Cristo: no es Theotocos, sino Christotocos.
La doctrina de la definición del concilio, que
expone la maternidad divina de María como Theotocos, tenía por objeto
proteger por una parte la confesión de fe en la divinidad y humanidad de
Jesucristo, y por otra la íntima unión de ambas naturalezas al nivel de una
sola persona. Esta unión es verdadera y real en una persona no sólo por lazos
de consentimiento y complacencia, pura voluntad o decisión; sino por una unión
física. El Verbo se unió a una carne animada por un alma racional, se hizo
hombre de modo inexplicable e incomprensible, pero verdadero.
El Tomus ad Flavianum:
Flaviano, Patriarca de Constantinopla, recibió del Papa León Magno el Tomus
que sería fundamental para el concilio de Calcedonia.
Los puntos doctrinales fundamentales son los
siguientes:
- Jesucristo no es más que una sola Persona: el
Verbo y Cristo no son dos, sino el mismo individuo.
- En esta persona única, hay dos naturalezas, por
haber un doble origen: el divino y el humano, sin confusión ni mezcla de ambas
naturalezas.
- Cada una de estas naturalezas tiene sus facultades
y operaciones propias, que no realiza independientemente de la otra y fuera de
la unión que es permanente.
- La unidad de la persona entraña la comunicación
de idiomas. Cada naturaleza obra lo que le es propio, con comunicación de la
otra.
- En la Encarnación no hay metamorfosis, pues son
dos naturalezas perfectas y verdaderas.
CALCEDONIA define la dualidad de
naturalezas en Cristo contra Eutiques, que sostenía en Cristo una sola
naturaleza, resultante de la unión de la divina y de la humana. Cristo -decía-
es "ex duabus naturis", pero no "in duabus naturis". La
doctrina monofisista contradice la Escritura y la Tradición, y va también
contra la razón, pues la divinidad y la humanidad no pueden unirse
inmediatamente entre sí, ya que entonces la naturaleza humana -finita-
desaparecería en la divina - que es infinita- o, bien, la divinidad entraría
en composición con la humanidad, lo cual repugna a la inmutabilidad divina y da
pie al panteismo, ya que convierte a Dios en forma de lo creado.
La clave de la definición es el modo en que se
expone la conciliación entre unidad y dualidad en Cristo, con cuatro términos
muy concretos, que recogen las dos líneas imperantes en toda la cristología
anterior al concilio. Las dos naturalezas se unen en Cristo con cuatro características
concretas:
- Inmutabiliter: ninguna ha perdido sus atributos;
la unión se ha hecho en la persona, no en las naturalezas. Es decir, la
Encarnación no ha sido una metamorfosis.
- Inconfuse: en la unión, no se ha confundido las
naturalezas entre sí; de lo contrario, Dios no sería perfecto Dios y Hombre.
- Indivise: las naturalezas no son compartimentos
estancos: Cristo tiene un sólo yo, porque no está compuesto de dos naturalezas
yuxtapuestas.
- Inseparabiliter: nunca se separan, ni se pueden
separar.
III Concilio de Constantinopla:
Para
atajar definitivamente el monotelismo a la afirmación de dos naturalezas, se
adjunta la confesión de las dos voluntades y de las dos operaciones
connaturales, indivisa, inmutable, inseparable e inconfusamente; pero su
duplicidad no comporta contrariedad entre ellas, sino que su voluntad humana actúa
sin resistencia a la voluntad divina. La sumisión a la voluntad divina no es
como la de un extraño, porque igual que su carne es carne del Verbo de Dios, la
voluntad natural de su carne es propia también del Verbo de Dios. Lo que se
dice de las voluntades hay que afirmarlo igualmente de las operaciones.
20.4 Unión Hipostática
En la afirmación "Jesucristo
es Perfecto Dios y Perfecto Hombre", se encierra toda la Cristología. En
efecto, esta afirmación implica estas otras tres: 1) Afirmación de la perfecta
Humanidad del Señor; 2) Afirmación de su perfecta Divinidad; 3) Afirmación de
la estrecha unidad con que ambas naturalezas están unidas en la Persona del
Verbo, formando en El una sola persona.
La unión hipostática:
La
naturaleza humana de Jesús es perfecta, pero no constituye una persona humana,
porque no existe en virtud de su propio acto de ser, sino que está unida
sustancialmente a la Persona del Verbo, esto es, existe en virtud del ser divino
del Verbo. La unión hipostática, pues, no es otra cosa que la unión de la
naturaleza humana de Cristo con la Persona del Verbo en unidad de persona. Dicho
de otra forma, la naturaleza humana de Cristo no subsiste con
subsistencia propia, sino que subsiste en la Persona del Verbo y, por estar
unida a El sustancialmente, le confiere el que sea hombre. El Verbo es hombre,
precisamente porque subsiste en su naturaleza humana, comunicándole el acto de
ser. Por esa razón, la Persona del Verbo responde de las acciones y
pasiones de su naturaleza humana; el Verbo es el sujeto de esas acciones.
La palabra susbistencia se convierte así en
concepto clave para entender la noción de persona, La persona es tal, porque,
además de ser sustancia completa, subsiste por sí misma separadamente de las
demás sustancias completas. La no subsistencia en sí misma, sino en la Persona
del Verbo, es la razón por la que la humanidad de Cristo “que es completa”
no es persona humana, sino que está hipostasiada, personalizada,
en la Persona del Verbo
La asunción de la naturaleza humana por
parte del Verbo es el fundamento o razón por la que esa naturaleza se
encuentre relacionada con relación de unidad con la Persona del Verbo. Asumir
se usa en este lugar con el significado de "tomar sobre sí".
El Verbo, en la Encarnación, "asume" a la naturaleza humana. Se trata
de una acción misteriosa: La Trinidad une la naturaleza humana a la Persona del
Verbo, no porque haya alguna mutación en el Verbo, sino porque se cambia la
naturaleza humana de forma que subsiste en el Verbo hasta el punto de que puede
decirse que está "asumida" por El y que el Verbo subsiste también en
su naturaleza humana. El Verbo no tomó el alma antes que el cuerpo con
prioridad temporal, ni el cuerpo antes que el alma, sino que se unió a ambos en
el mismo instante.
20.5 Conmunicatio Idiomatum
La comunicación de idiomas es una consecuencia
directa de la Encarnación: la comunicabilidad y el cambio recíproco de las
propiedades divinas y humanas de Cristo. Como Jesucristo es Dios y Hombre, es
posible nombrar a su Persona a través de palabras que hagan referencia a cada
naturaleza. Se puede, en efecto, nombrar a Cristo como Hijo de Dios, como verbo,
como Dios; pero se le puede también nombrar como Jesús de Nazaret, Hijo de
David, etc. Y por esto, se puede atribuir a la Persona, designada mediante un
nombre divino, atributos humanos, y a la Persona designada mediante un nombre
humano, atributos divinos.
20.6 Cuestiones en torno al concepto moderno de
Persona. Su influencia en Cristología
1.-Concepto de Persona:
Originariamente
el término prósopon o persona designaba el rostro y también la
máscara del actor en el teatro, y más tarde el personaje representado. De aquí
se tomó este nombre para significar la dignidad del hombre constituido en
autoridad o la excelencia del que ocupa un lugar preeminente sobre los demás.
Trasladado este concepto a la metafísica, expresa el modo de ser
perfecto, propio de la sustancia completa, individual y racional, reservándose
para los seres irracionales el término similar de supuesto, suppositum.
Según esto, quedan excluidos del concepto de persona: a) Los accidentes; b) Las
sustancias incompletas; c) Los conceptos universales; d) Los singulares
completos, comunicables o comunicados a otra persona.Lo propio de la persona es
ser una sustancia individual, completa, independiente e incomunicable, es decir,
perfectamente subsistente en sí misma.
Boecio definió a la persona como rationalis
naturae individua substantia, subrayando así lo que la persona comporta de
concreción e individualidad junto con algo que le es inseparable: su carácter
intelectual. Ricardo de San Víctor define a la persona como la
existencia incomunicable de una naturaleza intelectual, poniendo de relieve
que la persona es lo más perfecto en la línea del ser. De ahí que se defina a
la persona como incluyendo en sí misma la razón de totalidad, de integridad,
de perfección de ser para sí. Santo Tomás define a la persona
como quid subsistens in rationali natura (STh I q. 29, a 3).
2-Las cuestiones en torno al constitutivo formal de
la persona.: En la forma de concebir la
subsistencia es donde se manifiestan las divergencias entre los diversos autores
a la hora de explicar el constitutivo formal de la persona, es decir, aquello en
lo que más propia y radicalmente consiste la persona. He aquí algunas de las
posiciones principales:
Capreolo : entiende que la subsistencia
pertenece al terreno del esse, o del acto de ser. De ahí que pueda
definirse a la persona como la naturaleza racional en cuanto está bajo su
propio ser. En consecuencia, la naturaleza humana de Jesús no es persona
humana, porque no tiene su propia existencia, sino que existe con la existencia
del Verbo. He aquí algunos de los problemas que suscita la opinión de Capreolo:
cómo en la Trinidad, habiendo una sola existencia hay tres Personas; cómo es
posible hablar de una sola existencia en Cristo, cuando el acto de existir del
Verbo es común a las otras Personas.
Cayetano: coloca
el constitutivo formal de la unión hipostática en un modo sustancial,
es decir, en algo que modifica la sustancia y que le confiere incomunicabilidad.
La subsistencia, pues, sería un modo sustancial, distinto de la
naturaleza concreta, a la que modificaría volviendo incomunicable. La mayor
objeción que suscita la posición de Cayetano es que ese modo sustancial
de que habla, y que no es más que una mera terminación de la sustancia, es supérfluo.
Escoto:: la razón formal de persona
consistiría en una doble negación: negación de estar asumida por otra, y
negación de ser asumible por otra. La incomunicabilidad propia de la
persona viene concebida, pues, como mera negación. La objeción mayor que
encuentra esta posición es que parece contradictorio decir que el constitutivo
del ser más perfecto, como es la persona, consiste en algo negativo.
Suárez:: busca un camino intermedio
entre Escoto y Cayetano. Por una parte, coloca el constitutivo metafísico de la
persona en algo positivo, no negativo, como hacía Escoto. Ese algo positivo sería
un modo sustancial, que haría incomunicable a esa naturaleza. Ese modo
sustancial no prepara a la naturaleza humana apara recibir la existencia,
sino que le adviene después de la existencia, terminando a esa
existencia. En consecuencia, la naturaleza humana de Cristo no sería persona
humana, porque le faltaría ese modo sustancial que la haría
incomunicable. Una de las objeciones más graves que se pueden hacer a esta
posición consiste en que, lo que adviene a la sustancia completa, ya
constituida en su ser, sólo puede sobrevenirle como un accidente, como un añadido.
Ahora bien, la unión hipostática no es accidental, sino sustancial.
Hay que decir que la persona implica la subsistencia
como añadida a la naturaleza completa. Por eso se puede afirmar que la
naturaleza humana de Cristo es completa y perfecta en sí misma, y se puede
decir al mismo tiempo que no es persona humana: porque la subsistencia, que es
la que la constituye en persona, es realmente distinta de la naturaleza. En Jesús
esa subsistencia es suplida por el Verbo que es quien la hace subsistir
en Sí mismo. No se puede olvidar que la fe cristiana confiesa que
en la Santísima Trinidad hay una naturaleza y tres personas, mientras que en
Jesucristo confesamos que existe una persona en dos naturalezas.
En teología, los conceptos de naturaleza y persona
han de usarse, como es obvio, en forma analógica a la hora de referirse a Dios
o a los seres creados, dada la diferencia existente entre Dios y las criatura.
20.7 Instrucción Mysterium Filii Dei
Las cristologías "no-calcedonianas":
Algunos
autores han intentado elaborar una cristología al margen o en contra de la
definición del concilio de Calcedonia. De ahí que se llamen cristologías
anticalcedonianas. Así, p.e., para Schillebeeckx, Jesús es una persona humana,
"pues nadie es hombre si no es persona humana"., persona humana tan de
Dios que podríamos hablar de que en El se da una identificación hypostática
. Los términos son cuidadosamente escogidos por Schillebeexck, para evitar en
cualquier momento la decidida afirmación de que Jesús es Dios. Jesús
es un ser humano en quien tiene lugar la revelación suprema de Dios y la
apertura de lo humano a lo divino. Y esto es decir sólo que Jesús es
especialmente santo...
Se comprende que teniendo presente esta problemática,
ya en 1972 la Congregación para la Doctrina de la Fe saliese al paso de las
cuestiones planteadas, sobre todo, por los llamados teólogos anticalcedonianos,
insistiendo en que son errores contra la Doctrina de la Fe aquellas
"opiniones según las cuales convendría abandonar la noción de la única
persona de Jesucristo, engendrada por el Padre antes de los siglos según la
naturaleza divina, y engendrada de la Virgen María según la naturaleza humana;
y también (va contra la Doctrina de la Fe) la afirmación según la cual la
humanidad de Jesucristo existiría no como asumida a la persona eterna del Hijo
de Dios, sino más bien en sí misma, como persona humana, y por tanto el
misterio de Jesucristo consistiría en que Dios, revelándose en manera suma,
estaría presente en la persona humana de Jesús".
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