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miércoles, 28 de mayo de 2014

LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS



 
 
20.1) El misterio de Cristo según la Sagrada Escritura.
20.2) Los Títulos Cristológicos.
20.3) Enseñanza de los grandes Concilios Cristológicos.
20.4) Unión Hipostática.
20.5) Conmunicatio Idiomatum.
20.6) Cuestiones en torno al concepto moderno de Persona. Su influencia en Cristología.
20.7) Instrucción Mysterium Filii Dei.
20.1 El misterio de Cristo según la S.E.
El anuncio de Cristo en el Antiguo Testamento: El elemento central de la espera de una redención en el AT consiste en la esperanza de que Dios mismo enviará un salvador. El cumplimiento de esta promesa hecha por Dios en el principio de la historia de la humanidad se realiza en Cristo. Puede situarse la "prehistoria" de Cristo en las intervenciones salvíficas de Dios antes de la Encarnación. Se desarrolla desde la primera promesa de un redentor (protoevangelio) y prosigue a través de la Alianza y de la creación del "pueblo de Dios", pasando en fin por los profetas hasta el mismo Cristo.
Las profecías del AT, de un modo general, contienen estas afirmaciones fundamentales:
1¼) Que no hay más que un sólo Dios;
2¼) que su reino espiritual debe extenderse a todas las naciones;
3¼) que el Mesías, enviado por El, será el jefe de este reino.
Esta síntesis se confirma con el análisis de las principales profecías, especialmente, si se considera el desarrollo progresivo de la revelación divina, desde las promesas hechas al primer hombre (Protoevangelio) y a los patriarcas, hasta las predicciones hechas a David (anuncia en los Salmos los sufrimientos y las glorias del Mesías: será Hijo de Dios (2,7), rey poderoso, dulce con los humildes, el sacerdote por excelencia (Ps 109,4), y al mismo tiempo víctima voluntaria por el pecado (38,7-9): padecerá muerte (Ps 21) y saldrá glorioso del sepulcro, Ps 15,10) e Isaías , que precisan las circunstancias de vida y pasión del Redentor (Poemas del siervo de Yaveh).
El misterio de Cristo en el N.T.(I) :El Nuevo Testamento es un testimonio divino y perenne de que Jesús es el Hijo de Dios (Ioh 20,30-31). Los evangelios nos narran la vida de Jesús siguiendo el esquema del discurso de Pedro a Cornelio (Act 10,37-43). San Juan empieza remontándose hasta la eternidad del Verbo en el seno del Padre, y exponiendo la Encarnación del Hijo de Dios y su vida entre los hombres (Ioh 1,1-14). San Mateo y San Lucas inician la narración evangélica con los relatos sobre el nacimiento, infancia, y vida oculta de Jesús, Hijo de Dios (Mt 1-2; Lc 1-2). San Marcos da comienzo directamente a su escrito con el anuncio de Juan Bautista acerca de la necesidad de la penitencia para recibir al Mesías. "Los evangelistas nos narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente hasta el día de la ascensión". (Dei Verbum, n 19).
20.2 Los Títulos Cristológicos
En los escritos de S. Pablo destacan los Títulos Cristológicos.
1.-Salvador: Rom 7,24:"¿ Quién me librará de este cuerpo de muerte?". La respuesta es Cristo Jesús.
2.-Dios: Gal 2,20; Rom 1,4:"...manifestado Hijo de Dios..."; Jesucristo Dios y hombre verdadero es el Hijo enviado por el Padre, consubstancial al Padre.
3.-Primogénito: Col 1,15-18:"...primogénito de toda la creación...todo fue creado por El y para El; y existe con anterioridad a todo....pues en El reside la plenitud de la divinidad corporalmente". Es el primero y anterior a todo porque es eterno; es el creador porque no es criatura; y todo su fundamento radica en que es Dios.
4.-Hombre: Aparece esta nota de Cristo en Rom, Philip, 2 Cor, Gal 4,4-5, etc. Rom 8,3:"...lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado y por causa del pecado condenó al pecado en la carne". El misterio salvífico es fruto de la misericordia y del amor de Dios: el Hijo, sin dejar de ser Dios, asume nuestra naturaleza humana.
5.-Redentor: Este título aparece en Rom, 1 Cor, Galat Cristo es el Nuevo Adán (cfr. Rom 5,12ss). Es el Redentor por su vida y su muerte; Cristo ha sufrido el castigo que nosotros merecíamos por el pecado (Rom 4,25) y con su Sangre derramada hemos sido rescatados (1Cor 6,20). La muerte de Cristo ha constituído la reparación perfecta del pecado y nos ha introducido a una vida nueva. Cristo al asumir la naturaleza humana se constituyó en representante y cabeza de toda la humanidad, en el Nuevo Adán.
6.-Verdad: La Resurrección de Cristo es la prueba de que Jesús decía la verdad. La realidad histórica de la Resurrección lo desarrolla en 1Cor 15.
7.-Cabeza de la Iglesia: Eph 2,20:"Vosotros fuisteis edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y de los profetas, siendo la piedra angular Jesucristo en persona". En Efesios se nos narra la unión de Cristo y la Iglesia: Cristo es la piedra angular y nosotros las piedras vivas; El es la Cabeza de la Iglesia. Rom 12,4-5:"...formamos un solo cuerpo en Cristo...". La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo.
20.3 Enseñanza de los grandes Concilios Cristológicos
NICEA (a. 325) define la divinidad de Cristo: el verbo es consustancial al Padre. Lo negaba Arrio, que decia que Cristo es el verbo encarnado, si, pero el verbo no es Dios, sino la primera criatura emanada de Dios, la más perfecta y semejente a Dios: casi Dios, pero no sustancialmente igual al Padre.
El texto clave para la Cristologia se encuentra en el Símbolo en la palabra homousios.: Genitum, non factum, consubstatialem Patri".
Las afirmaciones más importantes son las siguientes:
- El Hijo es engendrado y único, y de la misma sustancia del Padre.
- Se contrapone "genitum" (gevnnhma) a "factum" (poivhma).
- Se define la consustancialidad del Verbo con el Padre, con la fórmula "consubstantialem Patri"
- Se afirma que es El mismo Verbo quien se encarnó, se hizo hombre, sufrió, murió y resucitó al tercer día.
- Todo el ciclo cristológico de este Símbolo está enmarcado en la afirmación soteriológica "qui propter nos homines et propter nostram salutem".
- Se afirma la verdadera y completa naturaleza humanana de Cristo, contra Arrio: "Et incarnatus est de Spiritu Sancto, ex Maria Virgine, et homo factus est".
EFESO (a. 431) define la unidad de la persona de Cristo y, como consecuencia, que María es Madre de Dios. Cirilo intervino activamente contra Nestorio, éste negó que en cristo habría dos naturalezas, la humana y la divina: el verbo habitaría en la persona humana (en Cristo) como en un Templo, y entre las dos habría una perfecta unión moral, por lo que María no sería Madre de Dios, sino Madre de Cristo: no es Theotocos, sino Christotocos.
La doctrina de la definición del concilio, que expone la maternidad divina de María como Theotocos, tenía por objeto proteger por una parte la confesión de fe en la divinidad y humanidad de Jesucristo, y por otra la íntima unión de ambas naturalezas al nivel de una sola persona. Esta unión es verdadera y real en una persona no sólo por lazos de consentimiento y complacencia, pura voluntad o decisión; sino por una unión física. El Verbo se unió a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre de modo inexplicable e incomprensible, pero verdadero.
El Tomus ad Flavianum: Flaviano, Patriarca de Constantinopla, recibió del Papa León Magno el Tomus que sería fundamental para el concilio de Calcedonia.
Los puntos doctrinales fundamentales son los siguientes:
- Jesucristo no es más que una sola Persona: el Verbo y Cristo no son dos, sino el mismo individuo.
- En esta persona única, hay dos naturalezas, por haber un doble origen: el divino y el humano, sin confusión ni mezcla de ambas naturalezas.
- Cada una de estas naturalezas tiene sus facultades y operaciones propias, que no realiza independientemente de la otra y fuera de la unión que es permanente.
- La unidad de la persona entraña la comunicación de idiomas. Cada naturaleza obra lo que le es propio, con comunicación de la otra.
- En la Encarnación no hay metamorfosis, pues son dos naturalezas perfectas y verdaderas.
CALCEDONIA define la dualidad de naturalezas en Cristo contra Eutiques, que sostenía en Cristo una sola naturaleza, resultante de la unión de la divina y de la humana. Cristo -decía- es "ex duabus naturis", pero no "in duabus naturis". La doctrina monofisista contradice la Escritura y la Tradición, y va también contra la razón, pues la divinidad y la humanidad no pueden unirse inmediatamente entre sí, ya que entonces la naturaleza humana -finita- desaparecería en la divina - que es infinita- o, bien, la divinidad entraría en composición con la humanidad, lo cual repugna a la inmutabilidad divina y da pie al panteismo, ya que convierte a Dios en forma de lo creado.
La clave de la definición es el modo en que se expone la conciliación entre unidad y dualidad en Cristo, con cuatro términos muy concretos, que recogen las dos líneas imperantes en toda la cristología anterior al concilio. Las dos naturalezas se unen en Cristo con cuatro características concretas:
- Inmutabiliter: ninguna ha perdido sus atributos; la unión se ha hecho en la persona, no en las naturalezas. Es decir, la Encarnación no ha sido una metamorfosis.
- Inconfuse: en la unión, no se ha confundido las naturalezas entre sí; de lo contrario, Dios no sería perfecto Dios y Hombre.
- Indivise: las naturalezas no son compartimentos estancos: Cristo tiene un sólo yo, porque no está compuesto de dos naturalezas yuxtapuestas.
- Inseparabiliter: nunca se separan, ni se pueden separar.
III Concilio de Constantinopla: Para atajar definitivamente el monotelismo a la afirmación de dos naturalezas, se adjunta la confesión de las dos voluntades y de las dos operaciones connaturales, indivisa, inmutable, inseparable e inconfusamente; pero su duplicidad no comporta contrariedad entre ellas, sino que su voluntad humana actúa sin resistencia a la voluntad divina. La sumisión a la voluntad divina no es como la de un extraño, porque igual que su carne es carne del Verbo de Dios, la voluntad natural de su carne es propia también del Verbo de Dios. Lo que se dice de las voluntades hay que afirmarlo igualmente de las operaciones.
20.4 Unión Hipostática
En la afirmación "Jesucristo es Perfecto Dios y Perfecto Hombre", se encierra toda la Cristología. En efecto, esta afirmación implica estas otras tres: 1) Afirmación de la perfecta Humanidad del Señor; 2) Afirmación de su perfecta Divinidad; 3) Afirmación de la estrecha unidad con que ambas naturalezas están unidas en la Persona del Verbo, formando en El una sola persona. 
La unión hipostática: La naturaleza humana de Jesús es perfecta, pero no constituye una persona humana, porque no existe en virtud de su propio acto de ser, sino que está unida sustancialmente a la Persona del Verbo, esto es, existe en virtud del ser divino del Verbo. La unión hipostática, pues, no es otra cosa que la unión de la naturaleza humana de Cristo con la Persona del Verbo en unidad de persona. Dicho de otra forma, la naturaleza humana de Cristo no subsiste con subsistencia propia, sino que subsiste en la Persona del Verbo y, por estar unida a El sustancialmente, le confiere el que sea hombre. El Verbo es hombre, precisamente porque subsiste en su naturaleza humana, comunicándole el acto de ser. Por esa razón, la Persona del Verbo responde de las acciones y pasiones de su naturaleza humana; el Verbo es el sujeto de esas acciones.
La palabra susbistencia se convierte así en concepto clave para entender la noción de persona, La persona es tal, porque, además de ser sustancia completa, subsiste por sí misma separadamente de las demás sustancias completas. La no subsistencia en sí misma, sino en la Persona del Verbo, es la razón por la que la humanidad de Cristo “que es completa” no es persona humana, sino que está hipostasiada, personalizada, en la Persona del Verbo
La asunción de la naturaleza humana por parte del Verbo es el fundamento o razón por la que esa naturaleza se encuentre relacionada con relación de unidad con la Persona del Verbo. Asumir se usa en este lugar con el significado de "tomar sobre sí". El Verbo, en la Encarnación, "asume" a la naturaleza humana. Se trata de una acción misteriosa: La Trinidad une la naturaleza humana a la Persona del Verbo, no porque haya alguna mutación en el Verbo, sino porque se cambia la naturaleza humana de forma que subsiste en el Verbo hasta el punto de que puede decirse que está "asumida" por El y que el Verbo subsiste también en su naturaleza humana. El Verbo no tomó el alma antes que el cuerpo con prioridad temporal, ni el cuerpo antes que el alma, sino que se unió a ambos en el mismo instante.
20.5 Conmunicatio Idiomatum
La comunicación de idiomas es una consecuencia directa de la Encarnación: la comunicabilidad y el cambio recíproco de las propiedades divinas y humanas de Cristo. Como Jesucristo es Dios y Hombre, es posible nombrar a su Persona a través de palabras que hagan referencia a cada naturaleza. Se puede, en efecto, nombrar a Cristo como Hijo de Dios, como verbo, como Dios; pero se le puede también nombrar como Jesús de Nazaret, Hijo de David, etc. Y por esto, se puede atribuir a la Persona, designada mediante un nombre divino, atributos humanos, y a la Persona designada mediante un nombre humano, atributos divinos.
20.6 Cuestiones en torno al concepto moderno de Persona. Su influencia en Cristología
1.-Concepto de Persona: Originariamente el término prósopon o persona designaba el rostro y también la máscara del actor en el teatro, y más tarde el personaje representado. De aquí se tomó este nombre para significar la dignidad del hombre constituido en autoridad o la excelencia del que ocupa un lugar preeminente sobre los demás. Trasladado este concepto a la metafísica, expresa el modo de ser perfecto, propio de la sustancia completa, individual y racional, reservándose para los seres irracionales el término similar de supuesto, suppositum. Según esto, quedan excluidos del concepto de persona: a) Los accidentes; b) Las sustancias incompletas; c) Los conceptos universales; d) Los singulares completos, comunicables o comunicados a otra persona.Lo propio de la persona es ser una sustancia individual, completa, independiente e incomunicable, es decir, perfectamente subsistente en sí misma.
Boecio definió a la persona como rationalis naturae individua substantia, subrayando así lo que la persona comporta de concreción e individualidad junto con algo que le es inseparable: su carácter intelectual. Ricardo de San Víctor define a la persona como la existencia incomunicable de una naturaleza intelectual, poniendo de relieve que la persona es lo más perfecto en la línea del ser. De ahí que se defina a la persona como incluyendo en sí misma la razón de totalidad, de integridad, de perfección de ser para sí. Santo Tomás define a la persona como quid subsistens in rationali natura (STh I q. 29, a 3). 
2-Las cuestiones en torno al constitutivo formal de la persona.: En la forma de concebir la subsistencia es donde se manifiestan las divergencias entre los diversos autores a la hora de explicar el constitutivo formal de la persona, es decir, aquello en lo que más propia y radicalmente consiste la persona. He aquí algunas de las posiciones principales:
Capreolo : entiende que la subsistencia pertenece al terreno del esse, o del acto de ser. De ahí que pueda definirse a la persona como la naturaleza racional en cuanto está bajo su propio ser. En consecuencia, la naturaleza humana de Jesús no es persona humana, porque no tiene su propia existencia, sino que existe con la existencia del Verbo. He aquí algunos de los problemas que suscita la opinión de Capreolo: cómo en la Trinidad, habiendo una sola existencia hay tres Personas; cómo es posible hablar de una sola existencia en Cristo, cuando el acto de existir del Verbo es común a las otras Personas. 
Cayetano: coloca el constitutivo formal de la unión hipostática en un modo sustancial, es decir, en algo que modifica la sustancia y que le confiere incomunicabilidad. La subsistencia, pues, sería un modo sustancial, distinto de la naturaleza concreta, a la que modificaría volviendo incomunicable. La mayor objeción que suscita la posición de Cayetano es que ese modo sustancial de que habla, y que no es más que una mera terminación de la sustancia, es supérfluo. 
Escoto:: la razón formal de persona consistiría en una doble negación: negación de estar asumida por otra, y negación de ser asumible por otra. La incomunicabilidad propia de la persona viene concebida, pues, como mera negación. La objeción mayor que encuentra esta posición es que parece contradictorio decir que el constitutivo del ser más perfecto, como es la persona, consiste en algo negativo. 
Suárez:: busca un camino intermedio entre Escoto y Cayetano. Por una parte, coloca el constitutivo metafísico de la persona en algo positivo, no negativo, como hacía Escoto. Ese algo positivo sería un modo sustancial, que haría incomunicable a esa naturaleza. Ese modo sustancial no prepara a la naturaleza humana apara recibir la existencia, sino que le adviene después de la existencia, terminando a esa existencia. En consecuencia, la naturaleza humana de Cristo no sería persona humana, porque le faltaría ese modo sustancial que la haría incomunicable. Una de las objeciones más graves que se pueden hacer a esta posición consiste en que, lo que adviene a la sustancia completa, ya constituida en su ser, sólo puede sobrevenirle como un accidente, como un añadido. Ahora bien, la unión hipostática no es accidental, sino sustancial.
Hay que decir que la persona implica la subsistencia como añadida a la naturaleza completa. Por eso se puede afirmar que la naturaleza humana de Cristo es completa y perfecta en sí misma, y se puede decir al mismo tiempo que no es persona humana: porque la subsistencia, que es la que la constituye en persona, es realmente distinta de la naturaleza. En Jesús esa subsistencia es suplida por el Verbo que es quien la hace subsistir en Sí mismo. No se puede olvidar que la fe cristiana confiesa que en la Santísima Trinidad hay una naturaleza y tres personas, mientras que en Jesucristo confesamos que existe una persona en dos naturalezas.
En teología, los conceptos de naturaleza y persona han de usarse, como es obvio, en forma analógica a la hora de referirse a Dios o a los seres creados, dada la diferencia existente entre Dios y las criatura.
20.7 Instrucción Mysterium Filii Dei
Las cristologías "no-calcedonianas": Algunos autores han intentado elaborar una cristología al margen o en contra de la definición del concilio de Calcedonia. De ahí que se llamen cristologías anticalcedonianas. Así, p.e., para Schillebeeckx, Jesús es una persona humana, "pues nadie es hombre si no es persona humana"., persona humana tan de Dios que podríamos hablar de que en El se da una identificación hypostática . Los términos son cuidadosamente escogidos por Schillebeexck, para evitar en cualquier momento la decidida afirmación de que Jesús es Dios. Jesús es un ser humano en quien tiene lugar la revelación suprema de Dios y la apertura de lo humano a lo divino. Y esto es decir sólo que Jesús es especialmente santo...
Se comprende que teniendo presente esta problemática, ya en 1972 la Congregación para la Doctrina de la Fe saliese al paso de las cuestiones planteadas, sobre todo, por los llamados teólogos anticalcedonianos, insistiendo en que son errores contra la Doctrina de la Fe aquellas "opiniones según las cuales convendría abandonar la noción de la única persona de Jesucristo, engendrada por el Padre antes de los siglos según la naturaleza divina, y engendrada de la Virgen María según la naturaleza humana; y también (va contra la Doctrina de la Fe) la afirmación según la cual la humanidad de Jesucristo existiría no como asumida a la persona eterna del Hijo de Dios, sino más bien en sí misma, como persona humana, y por tanto el misterio de Jesucristo consistiría en que Dios, revelándose en manera suma, estaría presente en la persona humana de Jesús".

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