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martes, 21 de junio de 2016

¿Vas a Misa cuando te nace? ¡Deberías pensarlo dos veces!

Cinco razones que nos pueden ayudar a reconocernos como verdaderos hijos de Dios


Estábamos en una reunión de trabajo cuando de pronto alguien dijo: “es que sólo voy a misa cuando me nace”.

…Sentí tristeza.

Esa tristeza me viene por pensar en que no se comprende lo que allí ocurre. Seguramente esta persona es católica de toda ocasión, es decir, visita al templo vestido de gala: solamente va a las fiestas de 15 años, bautizos, bodas, funerales, despedidas, y todo evento social… ah, y cuando le nace… cuando le nace un hijo, pero también cuando le nace la desesperación de una carga que ya no puede con ella, cuando le nace una enfermedad mortal, cuando le nace un dolor. Eso me parece muy injusto.

¿Mercaderes o hijos?

Cuando tenemos una dificultad económica, de salud, de relación con la pareja, con los hijos, los padres o los amigos, el primer recurso que se nos ocurre es pedir a Dios que nos ayude.

Visto así parece una relación de intercambio con Dios, una relación no de hijos, sino de mercaderes que intercambiamos beneficios por un pequeño sacrificio: tú me das, entonces yo respondo; no me das, entonces no te mereces mí tiempo.

No nos damos cuenta de que Dios Creador quiere ser y de hecho es nuestro Padre Amoroso.

A continuación se muestran cinco razones que nos pueden ayudar a reconocernos como verdaderos hijos de Dios:

1.- Dios creó el cielo y la tierra.

El Cielo y la tierra son nuestra herencia y ya la estamos disfrutando, el aire no nos ha faltado ni un segundo desde que nacimos, y no nos faltará. ¿Y si a Nuestro Señor de pronto no le naciera regalarnos el don del aire?

2.- Hombre y Mujer los creó.

Dios no hizo experimentos ni mutaciones genéticas erróneas, ni manipuló la raza humana para crear seres perfectos sin enfermedades ni sufrimiento. ¿Y si le naciera mezclar nuestros genes con los de un avestruz a ver qué resulta?

3.- Nos regaló el libre albedrío.

Dios nos dio un pensamiento y libertad para decidir, Jesús se presenta como una opción para aceptarlo, amarlo y seguirle; a nadie obliga. ¿Y si a Él le naciera obligarnos a realizar sacrificios durante todos los días y todo el día?

4.- Nos promete estar siempre ahí, aun cuando el cáliz del dolor nos acompañe.

Jesús imploró al Padre que retirara el cáliz de la crucifixión, y no le fue retirado. Hay amor en esto. Era más grande el amor que estaba involucrado, era mayor el beneficio espiritual que se obtendría que todo el dolor y la muerte causados en la cruz. ¿Por qué asustarnos y rechazar nuestras cruces de papel?

5.- Dios es nuestro Padre Amoroso.

No es como nuestro padre biológico. Todo lo que Él permite que nos ocurra es para nuestro bien, descubrir Su amor en todos los instantes y en todas las situaciones de nuestra vida, es un don llamado Sabiduría: encontrar el sabor a Dios en todas las cosas, aún las más adversas; y ya que Dios es amor, descubramos el amor de Dios en TODO y en TODOS.

Pidamos el Don de la Sabiduría y no caigamos en la tentación de servirnos de Dios. Acompañémosle en el hermoso Sacrificio del Altar y amémosle así como Él nos ama: hasta el extremo. ¿Cuál es tu extremo?

Rafael Ruiz

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